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miércoles, 13 de octubre de 2010

¡A BEBER ESTRELLAS!

¡Preparen las copas flautas, fraperas y burbujas!…muchas burbujas finas, delicadas y continuas… Siempre hay motivo para festejar, entonces no esperen las fiestas navideñas o el calor.
Existen más de cientos de etiquetas, a las cuales los consumidores pueden acceder, de distintos precios y calidades. Obviamente pocas bodegas lideran el mercado y por su gran capacidad de producción crean nuevos nichos de consumo. Ese segmento es la noche, los espumosos entran y desplazan el mundo de las espirituosas, con una botella individual chica y seducen al público joven. La tendencia es que los consumidores beban los vinos espumosos durante todo el año y de esta manera lo logran.


En Argentina se elaboran vinos espumosos, al que antes llamábamos champagne. Pero los vinos elaborados en el país, son de características similares y no responden al suelo ni al clima de la región francesa de origen. Por tal razón ha llegado el momento de llamar las cosas por su nombre. Las normas actuales han reglamentado que los vinos que antiguamente se lo distinguía con el nombre de "champagne" serán nombrados “vinos espumosos”, su nombre se debe a espuma que se forma al servirlos.
Estos vinos con burbujas fueron descubiertos a fines del siglo XVII gracias a la región francesa de la Champagne. Allí se producían vinos que tenían una tendencia "a la aguja" y fueron los monjes benedictinos, que habitaban esa zona los grandes bodegueros de la época. Ellos pensaron, cómo hacer para que las burbujitas crecieran y permanecieran, así nació el proceso de "segunda fermentación". El vino es el fruto de la fermentación del azúcar de la uva en alcohol y durante ella el líquido llega a temperaturas altas desprendiendo anhídrido carbónico que se pierde en el aire. Entonces si se embotellaba y se tapaba herméticamente, quizá se produjera una nueva fermentación que, al estar tapada la botella, no dejará salir el anhídrido carbónico y así nacieron las burbujas. Los monjes fueron quienes analizaron como combinar las uvas Chardonnay, Pinot Noire y Pinot Meunier, para lograr un buen vino base para la segunda fermentación.
La calidad del vino espumoso dependerá de la finura y la persistencia de las burbujas desde que salen hasta la desaparición de la corona. La estructura de la espuma depende de la constitución del vino base y de las técnicas de champanización, de su envejecimiento sobre las levaduras y de la temperatura del vino. La espuma mejorará con la edad, si el vino libera su gas carbónico de un golpe mediante grandes burbujas, como si fuera agua con gas, es que ha sufrido una fermentación demasiado rápida. La limpieza de las copa con las burbujas es otro detalle a tener en cuanta
Para recordar:
El espumoso Brut y Extra Seco son los que se deben servir como aperitivo o durante la comida. Pero el seco y demi-sec se sirven con los postres o tortas.
La copa para servir el vino espumoso debe ser alta y del tipo aflautado, así se podrá conservar por más tiempo las burbujas y concentraran todo el bouquet.
La champaña debe beberse fría, pero no helada. Dos horas en heladera o 40 minutos en un balde de hielo es suficiente.

El agregado de azúcar se efectúa para lograr un sabor más amable, debido a que la sensación que produce en la lengua la efervescencia que caracterizan estos vinos, lo hacen muy "duros y agresivos " al paladar debido a que se suman dos sensaciones astringentes, la que produce el anhídrido carbónico de las burbujas y el bajo contenido de azúcar del vino seco, con que fué elaborado. Por tal razón el Instituto Nacional de Vitivinicultura, unificó el criterio y se estableció para los distintos tipos de espumosos, los siguientes límites en gramos de azúcar total por litro:

Nature: Menos de 3 g/l
Brut Nature: Menos de 7 g/l
Extra Brut: Menos de 11 g/l
Brut: Menos de 15 g/l
Demi Sec: De 15 a 40 g/l
Dulce: Más de 40 g/l

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