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lunes, 25 de octubre de 2010

Del amor y otros demonios: el exorcismo en la actualidad

Hace unas semanas hable del libro de Gabriel García Márquez, "Del amor y otros demonios", que traslada al lector a la realidad de Cartagena de Indias (Colombia) del siglo XVIII, época del colonialismo, de los virreyes españoles, la esclavitud y La Inquisición. Márquez narra una historia que se mezcla con la realidad, donde una mordedura de un perro rabioso y la intransigencia de la Iglesia terminaron con la muerte de una niña por “posesión demoníaca”, término en el que se sigue creyendo en la actualidad.


En 1610 llegó a Cartagena de Indias, una colonia que era atractiva por su puerto negrero y comercial, el Santo Oficio de la Inquisición, que funcionaría hasta principios del siglo XIX. Uno de los delitos que se perseguían en la ciudad fue la brujería, que se practicaba bastante. Durante los años de actividad del Santo Oficio en Cartagena (desde 1610 hasta 1821) fueron castigados 767 reos, entre los cuales se encuentran un gran número de negras, condenadas por brujería. Muchas de las diagnosticadas como brujas fueron mujeres con enfermedades que los médicos de la época no podían explicar, o con trastornos que las pócimas elaboradas para su curación no podían curar. La Iglesia buscaba reprimir la brujería mediante el exorcismo.


En un principio, el exorcismo, implicaba el contacto con el agua bendita y santos óleos, rezo de oraciones, y tomar extrañas pócimas. Con el paso del tiempo, las técnicas exorcistas se hicieron cada vez más complejas y crueles. Cualquier acción era válida (azotes, encadenamientos, torturas, inmersiones en agua caliente o helada, ayunos) con tal de convertir el cuerpo en un lugar desagradable para el demonio.




Sierva María de Todos los Ángeles, protagonista principal de la historia, tenía doce años y fue criada por esclavos africanos que, debido a la indiferencia de sus padres, le enseñaron sus lenguas, costumbres y la devoción por sus deidades. Cuando la muerde un perro rabioso, el obispo interpreta sus convulsiones y sus alaridos en "jerga de idólatras" como "síntomas inequívocos de una posesión demoníaca" . Creía que "entre las numerosas argucias del demonio es muy frecuente adoptar la apariencia de una enfermedad inmunda para introducirse en un cuerpo inocente" . No se tomó en cuenta la crianza con los africanos de la niña. El obispo creyó que lo mejor era someterla a una serie de exorcismos tan crueles como innecesarios. Sierva María fue, entonces, víctima de la intolerancia religiosa.


El exorcismo es visto actualmente como mera superstición. Sin embargo, hay personas que sostienen que las posesiones son un hecho real y que el exorcismo es el único acto posible para contrariar ese mal. Uno de ellos es el Exorcista Oficial del Vaticano, Gabriele Amorth, quien a sus 85 años lleva más de 70 mil exorcismos realizados. Amorth habla que los síntomas más comunes entre los posesos son la fuerza descomunal, el hablar o entender diversas lenguas, alguna de ellas antiguas o desaparecidas. “El demonio a veces escupe objetos que son imposibles de explicar, por ejemplo, clavos de grandes tamaños y cuchillas de afeitar que salen del vientre de la víctima. Todos estos objetos se materializan en el momento en que salen de la boca”, comentó Amorth.


Márquez, en "Del amor y otros demonios", es crítico respecto a la actitud de la Iglesia en esa época porque en su afán por perseguir y castigar herejes, además de controlar a la sociedad, murieron miles de inocentes de manera cruel, a quienes se los confundió con brujos y endemoniados. La Inquisición terminó hace mucho, pero se observan todavía algunas de sus creencias, como son las posesiones demoníacas.

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